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Pariente
cercano del fagot es el contrafagot. Se trata de un instrumento, también de lengüeta
doble, que suena una octava más grave que el fagot. Y para conseguir esos
sonidos, puesto que ya el fagot es un instrmento bastante grave, el contrafagot
adquiere unas dimensiones considerables, hasta tal punto que su tubo está
doblado en cuatro para que pueda ser manejable.
Como
es fácil de entender por las características de este instrumento, su auténtico
protagonismo está en formar parte de una orquesta sinfónica de dimensiones
importantes. En ella el contrafagot aporta su sonido seco y profundo, como si
de un gruñido se tratara. Así es como simboliza, por ejemplo, a la bestia en la
pieza dedicada al cuento de “La bella y la bestia”, de la suite de Ravel
titulada “Mi madre la oca”.
No
obstante, a pesar de ser un instrumento que por tanto se ha incorporado
bastante tarde a la orquesta sinfónica (más o menos a partir de la segunda
mitad del siglo XIX), en realidad el contrafagot era ya conocido bastante antes
del siglo XIX. Por ejemplo, compositores como Bach y Händel hicieron uso de él
en determinadas ocasiones.